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LAS VARIABLES BÁSICAS Y LA EFICIENCIA DIRECTIVA

 

Hemos podido comprobar que el margen de maniobra para el diseño de cada una de las políticas que hemos descrito (variables instrumentales) está condicionado por la dimensión y el nivel tecnológico de la empresa. Sin embargo, ese condicionamiento no es determinante, sino que es filtrado por la eficiencia directiva. La eficiencia directiva está condicionada por la tercera de las variables básicas: la formación. Es obvio, que la excelencia de la gestión empresarial se fundamenta, entre otras variables, en la cualificación y formación de los recursos humanos con que cuenta la organización.

 

Una buena formación de los directivos y en general, de los recursos humanos de la empresa, permite a la organización apreciar la importancia que, para la misma, tiene la dimensión y la tecnología. Al mismo tiempo, una gran dimensión facilita los recursos necesarios para acceder a la formación que permite cualificar al personal y a los mandos de la empresa. Por otra parte, el acceso a determinadas tecnologías (sobre todo las de equipamiento) que tienen un alto coste, sólo es factible para empresas de una cierta dimensión, que pueden financiar este tipo de inversiones.

 

La dimensión de la empresa de distribución comercial: La decisión sobre la dimensión inicial de la empresa debe venir determinada por el nivel de demanda del mercado-meta que se pretende atender, teniendo en cuenta, asimismo, la capacidad de la oferta competidora ya instalada en dicho mercado. Esa dimensión inicial puede ser corregida, posteriormente, en función de la evolución de la demanda.

Con la acepción la dimensión técnica, nos referimos a la superficie dedicada al almacenamiento o a la venta del establecimiento comercial. Con el término dimensión organizativa queremos hacer referencia a la dimensión global de la empresa, incluyendo aquí aspectos tales como: el número de establecimientos, la superficie total instalada, la superficie total de venta, la superficie de almacenamiento, la capacidad de compra, la cifra de ventas, el número de empleados, los recursos propios, la capacidad de endeudamiento, la capacidad administrativa y directiva, etc.

 

En el comercio moderno, la diferencia entre las dos acepciones adquiere todo su significado. Una empresa organizada en una red de pequeños almacenes sucursales, que tienen cada uno de ellos una dimensión técnica relativamente pequeña, puede tener una gran dimensión organizativa, que le facilita una gran capacidad de compra, una cierta capacidad directiva, etc. Teniendo en cuenta esta diferenciación, la dimensión técnica sólo puede ser aumentada mediante un incremento de la superficie de venta o de almacenamiento instalada, ya sea mediante la implantación de nuevos establecimientos o por la ampliación de los existentes.

 

En cambio, la dimensión organizativa puede ser alterada de múltiples formas; por ejemplo, podemos considerar el caso de un pequeño comercio independiente, con una dimensión técnica reducida, que a través de alguna fórmula de comercio asociado puede incrementar su dimensión organizativa, manifestándose este hecho en alguno o en varios de los aspectos siguientes: el poder de compra, la capacidad de prestación de servicios, la capacidad de endeudamiento, la capacidad directiva, etc.

Una mayor dimensión organizativa de la empresa le confiere a ésta las ventajas que confieren las economías de escala que se pueden traducir, entre otras cosas, en un mayor poder de compra, el acceso a la formación y a la tecnología, etc., y como consecuencia de todo ello, confiere a sus responsables un margen de maniobra mayor en la configuración de las políticas instrumentales que configuran la estrategia de la empresa.

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